viernes, 11 de abril de 2008

Tipología del soneto (II)

Origen y evolución histórica del soneto (I)

No hay unanimidad a la hora de establecer el momento de aparición del soneto. Se suele acep­tar que es una estrofa de origen italiano, si bien su nombre (so­netto), diminutivo de sonus (so­nido), parece dimanar del provenzal sonet, que sig­ni­fica melodía, cancioncilla.

Algunos entienden que, en su origen, el soneto no era sino la unión de un strambotto de ocho versos con otro de seis. Para otros, se trata de una forma especial de una estrofa de canción inde­pendizada, la cobla esparsa provenzal, composición que fue incorporada a la tradición lírica ita­liana. Existen también teo­rías conciliadoras que entienden que se trataría de un strambotto o una canzuna popular de ocho ver­sos, más una coda de seis versos, como la estrofa de canción.

Los partidarios de la primera tesis, se basan en que en el siglo XIII prevalece la división en tres par­tes de los dos tercetos [CD CD CD], frente a la exclusiva en dos [CDC DCD] que se impone a partir del siglo XIV. No obs­tante, desde el principio parecen existir tercetos dispuestos en dos partes, con lo que nada se acla­ra al res­pecto. Por otro lado, el strambotto es origina­riamente una forma popular, mientras que el so­neto desde su primera aparición pertenece a la poesía culta.
Parece pues más probable aceptar que el soneto sea una forma especial de la estrofa de canción, con­si­derando los dos cuartetos como el primer y segundo pies de la fronte, y los dos tercetos como vueltas de la coda. Así también Juan Díaz Rengifo denominó pies a los cuartetos y vueltas a los tercetos.

Sea como fuere, el soneto comenzó a utilizarse en la escuela siciliana, y aparece plenamente desa­rro­lla­do con sus rasgos característicos en la poesía italiana de la época de Federico II (1194-1250). Las re­glas para su composición ya las expusieron algunos teóricos como Francesco da Barberino y Antonio da Tempo, quien en su «Summa Artis Rithmici» (1332) dio una lista de las 16 formas posibles del soneto con variantes.

Es imposible saber a ciencia cierta quién escribió el primer soneto. Aunque algunos conceden dicho honor a Giacomo Pugliese, se suele consi­derar a Jacopo Lentini, notario de la corte sici­liana, como el pri­me­ro en emplear la com­binación de catorce versos en­de­casíla­bos (entre los años 1215 y 1233), en vein­ticuatro poemas amorosos, cuya estructura formal se distri­buía en dos grupos de­si­guales: uno, forma­do por ocho ver­sos con dos rimas alternas [ABAB ABAB], y otro de seis versos con tres rimas dife­rentes [CDE CDE]. En esa época era frecuente que un grupo de poetas sos­tuviese una tenzone o discusión poética presentando sus puntos de vista mediante sonetos sucesi­vos, intercalando algunas veces entre uno y otro una canzo­ne. Así se formó la costumbre de emplear el soneto para estrofas de un poema más largo.

A finales del s. XIII, un poeta apellidado Durante relató la primera parte del «Roman de la Rose» en una serie de sonetos a la que dio el título de «Il Fiore». En el mismo siglo, Guittone d'Arezzo introdujo la rima abrazada en los cuartetos [ABBA ABBA] y se em­pezó a emplear en los tercetos un esquema de dos rimas [CDC DCD], pudiendo es­truc­turarse de forma uni­taria, bi­par­­tita o tripartita. Otro importante sonetista de la época, Davanzati, escribió ya dos colecciones de so­netos alegóricos.

Sin em­bargo, fueron los stilnovistas -Guini­zzelli, delle Colonne, di Filippo, Cavalcanti, Fres­co­baldi, Cino da Pistoia, y sobre todo Dante Ali­ghieri («Vita Nuova», 1293), y Francesco Pe­trarca, figura cumbre de la poesía renacentista, autor de un «Canzoniere» (publicado entre 1338 y 1374), que contiene, entre otros poemas, 317 sonetos-, quie­nes dieron forma defi­ni­ti­va a los cuar­tetos [ABBA ABBA], aunque tam­bién em­plearon, en mucha menor medida, otras dispo­si­cio­nes [ABAB ABAB, ABAB BAAB o ABAB BABA] y quienes flexi­bilizaron la organización de los seis úl­timos versos. Con ellos la estrofa ad­quirió carta de na­tu­raleza, y desde entonces pasó a in­cor­porarse al sustrato lí­rico de casi todas las literaturas europeas, si bien con peculiaridades propias en algunas de ellas. Por cierto, que con el tiempo esta especial disposi­ción de las rimas imperante en los autores citados se ha dado en deno­minar 'sone­to italiano' o 'petrar­quista'.

En el Quattrocento, la influencia de Petrarca se manifiesta sobre todo en la poesía de Giacopo Sanna­zaro, apre­ciable sonetista. Durante el Cinquecento el soneto comenzó a confundirse con el epi­gra­ma, dándole un sen­tido satírico y mordaz, como en el caso de Serafino dall'Aquila. Pero fue Tasso quien restauró la digni­dad de esta composición poética, que fue abundantemente empleada por sus contemporáneos (Bembo, Castiglione, Tansillo, Ariosto y hasta el mismo Miguel Ángel, entre otros muchos). Aunque durante los siglos posteriores con­tinuó empleándose más o menos de forma regular esta forma poética (Alfieri, etc.), no es hasta el s. XIX cuando el soneto retoma su importan­cia en Italia, con nombres como Belli (autor de unos 2.400), Foscolo y Carducci, y mucho más tarde merced a d'Annunzio, Pascarella o Saba.

© Juan Ballester

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