MARZO:
8 de marzo:
Estrenos:
1933 “Bodas de sangre”, de García Lorca
1945 “La casa de Bernarda Alba”, de García Lorca
1962 “La camisa”, de Lauro Olmo
Nacimientos:
1761 Jan Potocki, escritor polaco
1892 Juana de Ibarbourou, poetisa uruguaya
1897 Josep Pla, escritor español en lengua catalana
1926 Josefina Rodríguez Aldecoa, escritora española
Defunciones:
1920 Rafael Obligado, poeta y escritor argentino
1930 Gabriel Miró, escritor español
1930 Fernando Villalón, poeta español
1941 Sherwood Anderson, escritor estadounidense
1999 Adolfo Bioy Casares, escritor argentino
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domingo, 8 de marzo de 2009
miércoles, 20 de agosto de 2008
El poeta del mes - Juana de Ibarbourou
EL AFILADOR
Este dolor heroico de hacerse para cada noche
un nuevo par de alas...
¿Dónde estarán las que ayer puso sobre mis hombros
el insomnio de la primera hora del alba?
Día, afilador de tijeras de oro
y puñales de acero y espadas de hierro:
anoche yo tenía dos alas
y estuve cerca del cielo.
Pero esta mañana llegaste tú con tu flauta,
tu piedra,
tus doce cuchillos de plata.
¡Y lentamente me fuiste cortando las alas!
LA PESCA
La espuma me salpica como un rocío blanco
Y el viento me enmaraña el caballo en la frente
A mi espalda está el verde respaldo del barranco
Y a mis pies el gran río de elástica corriente.
Rumores de la selva y rezongos del agua,
Y tal como una lepra sobre el dorso del río,
La mancha oblonga y negra que pinta la piragua,
En la fresca penumbra del recodo sombrío.
No medito, no sueño, no anhelo, estoy ligera
De todo pensamiento y de toda quimera.
Soy en este momento la hembra primitiva,
Atenta sólo al grave problema de su cena,
Y vigilo glotona, con un ansia instintiva,
El corcho que se mece sobre el agua serena.
AMÉMONOS
Bajo las alas rosa de este laurel florido,
amémonos. El viejo y eterno lampadario
de la luna ha encendido su fulgor milenario
y este rincón de hierba tiene calor de nido.
Amémonos. Acaso haya un fauno escondido
junto al tronco del dulce laurel hospitalario
y llore al encontrarse sin amor, solitario,
mirando nuestro idilio frente al prado dormido.
Amémonos. La noche clara, aromosa y mística
tiene no sé qué suave dulzura cabalística.
Somos grandes y solos sobre el haz de los campos
y se aman las luciérnagas entre nuestros cabellos,
con estremecimientos breves como destellos
de vagas esmeraldas y extraños crisolampos.
LA PEQUEÑA LLAMA
Yo siento por la luz un amor de salvaje.
Cada pequeña llama me encanta y sobrecoge;
¿no será, cada lumbre, un cáliz que recoge
el calor de las almas que pasan en su viaje?
Hay unas pequeñitas, azules, temblorosas,
lo mismo que las almas taciturnas y buenas.
Hay otras casi blancas: fulgores de azucenas.
Hay otras casi rojas: espíritus de rosas.
Yo respeto y adoro la luz como si fuera
una cosa que vive, que siente, que medita,
un ser que nos contempla transformado en hoguera.
Así, cuando yo muera, he de ser a tu lado
una pequeña llama de dulzura infinita
para tus largas noches de amante desolado.
CEMENTERIO CAMPESINO
¡Oh muertos casi anónimos del cementerio árido
donde tan sólo hay piedras y una inmensa palmera
que hace cantar la brisa y ofrece cachos dulces
en los primeros meses de cada primavera!
¡Oh muertos para quienes el silencio es enorme
y no se acaba nunca! ¿Será bueno dormir
como ellos, sin nada, que les aje el reposo?
¿Se está bien allá abajo o desearán salir
un día, a correr campos, a buscar a los hombres
el movimiento, el grito, la verticalidad,
cansados del descanso sin tregua, llenos de ansia
por la inquietud ardiente, viva, de la ciudad?
¡Oh muertos campesinos, hermanos de los otros
que duermen en el fondo frío y torvo del mar,
al arrullo monótono y salvaje del agua
que ahoga todo rezo y estrangula el cantar
de los vientos: yo clamo, yo clamo por vosotros
con el alma transida de infinita piedad!
¡Pobres muertos del campo a quienes nunca turba
el rumor de la vida honda de la ciudad!
AMOR
El amor es fragante como un ramo de rosas.
Amando, se poseen todas las primaveras.
Eros trae en su aljaba las flores olorosas
de todas las umbrías y todas las praderas.
Cuando viene a mi lecho trae aroma de esteros,
de salvajes corolas y tréboles jugosos.
¡Efluvios ardorosos de nidos de jilgueros,
ocultos en los gajos de los ceibos frondosos!
¡Toda mi joven carne se impregna de esa esencia!
Perfume de floridas y agrestes primaveras
queda en mi piel morena de ardiente transparencia
perfumes de retamas, de lirios y glicinas.
Amor llega a mi lecho cruzando largas eras
y unge mi piel de frescas esencias campesinas.
Este dolor heroico de hacerse para cada noche
un nuevo par de alas...
¿Dónde estarán las que ayer puso sobre mis hombros
el insomnio de la primera hora del alba?
Día, afilador de tijeras de oro
y puñales de acero y espadas de hierro:
anoche yo tenía dos alas
y estuve cerca del cielo.
Pero esta mañana llegaste tú con tu flauta,
tu piedra,
tus doce cuchillos de plata.
¡Y lentamente me fuiste cortando las alas!
LA PESCA
La espuma me salpica como un rocío blanco
Y el viento me enmaraña el caballo en la frente
A mi espalda está el verde respaldo del barranco
Y a mis pies el gran río de elástica corriente.
Rumores de la selva y rezongos del agua,
Y tal como una lepra sobre el dorso del río,
La mancha oblonga y negra que pinta la piragua,
En la fresca penumbra del recodo sombrío.
No medito, no sueño, no anhelo, estoy ligera
De todo pensamiento y de toda quimera.
Soy en este momento la hembra primitiva,
Atenta sólo al grave problema de su cena,
Y vigilo glotona, con un ansia instintiva,
El corcho que se mece sobre el agua serena.
AMÉMONOS
Bajo las alas rosa de este laurel florido,
amémonos. El viejo y eterno lampadario
de la luna ha encendido su fulgor milenario
y este rincón de hierba tiene calor de nido.
Amémonos. Acaso haya un fauno escondido
junto al tronco del dulce laurel hospitalario
y llore al encontrarse sin amor, solitario,
mirando nuestro idilio frente al prado dormido.
Amémonos. La noche clara, aromosa y mística
tiene no sé qué suave dulzura cabalística.
Somos grandes y solos sobre el haz de los campos
y se aman las luciérnagas entre nuestros cabellos,
con estremecimientos breves como destellos
de vagas esmeraldas y extraños crisolampos.
LA PEQUEÑA LLAMA
Yo siento por la luz un amor de salvaje.
Cada pequeña llama me encanta y sobrecoge;
¿no será, cada lumbre, un cáliz que recoge
el calor de las almas que pasan en su viaje?
Hay unas pequeñitas, azules, temblorosas,
lo mismo que las almas taciturnas y buenas.
Hay otras casi blancas: fulgores de azucenas.
Hay otras casi rojas: espíritus de rosas.
Yo respeto y adoro la luz como si fuera
una cosa que vive, que siente, que medita,
un ser que nos contempla transformado en hoguera.
Así, cuando yo muera, he de ser a tu lado
una pequeña llama de dulzura infinita
para tus largas noches de amante desolado.
CEMENTERIO CAMPESINO
¡Oh muertos casi anónimos del cementerio árido
donde tan sólo hay piedras y una inmensa palmera
que hace cantar la brisa y ofrece cachos dulces
en los primeros meses de cada primavera!
¡Oh muertos para quienes el silencio es enorme
y no se acaba nunca! ¿Será bueno dormir
como ellos, sin nada, que les aje el reposo?
¿Se está bien allá abajo o desearán salir
un día, a correr campos, a buscar a los hombres
el movimiento, el grito, la verticalidad,
cansados del descanso sin tregua, llenos de ansia
por la inquietud ardiente, viva, de la ciudad?
¡Oh muertos campesinos, hermanos de los otros
que duermen en el fondo frío y torvo del mar,
al arrullo monótono y salvaje del agua
que ahoga todo rezo y estrangula el cantar
de los vientos: yo clamo, yo clamo por vosotros
con el alma transida de infinita piedad!
¡Pobres muertos del campo a quienes nunca turba
el rumor de la vida honda de la ciudad!
AMOR
El amor es fragante como un ramo de rosas.
Amando, se poseen todas las primaveras.
Eros trae en su aljaba las flores olorosas
de todas las umbrías y todas las praderas.
Cuando viene a mi lecho trae aroma de esteros,
de salvajes corolas y tréboles jugosos.
¡Efluvios ardorosos de nidos de jilgueros,
ocultos en los gajos de los ceibos frondosos!
¡Toda mi joven carne se impregna de esa esencia!
Perfume de floridas y agrestes primaveras
queda en mi piel morena de ardiente transparencia
perfumes de retamas, de lirios y glicinas.
Amor llega a mi lecho cruzando largas eras
y unge mi piel de frescas esencias campesinas.
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El poeta del mes,
Ibarbourou Juana
domingo, 17 de agosto de 2008
El poeta del mes - Juana de Ibarbourou
Su vida y su obra
Juana Fernández Morales, nació en Melo (Uruguay), el 8 de marzo de 1892, hija de padre español y madre criolla.
En 1913 se casó con el capitán Lucas Ibarbourou, de quien Juana adoptó el apellido, y con quien tuvo un único hijo, Julio César.
Poco después de contraer matrimonio, se trasladó a Montevideo donde publica su primer y más importante libro: "Las lenguas de diamante" (1919), al que seguirán "El cántaro fresco" (1920) y "Raíz salvaje" (1922). Todos ellos se caracterizan por la frescura y la sensualidad, por el triunfo de los sentidos.
En 1929 es aclamada como Juana de América y un año después ve la luz "La rosa de los vientos", libro que fue acogido de forma desigual y supuso un silencio poético que se prolongaría veinte años.
Durante ese lapsus escribe algunas prosas: obritas religiosas, evocaciones de la infancia, biografías, teatro para niños, etc.
En 1947 fue elegida miembro de la Academia uruguaya y en 1950 regresa a la poesía con "Perdida", a la que seguirán "Azor" (1953), "Romances del destino" (1955), "Oro y tormenta" (1956), "La pasajera" (1967), etc., así como diversas obras en prosa, entre las que destaca una colección de relatos titulada "Juan soldado" (1971).
Falleció en Montevideo en 1979, con una aureola de heroína nacional, pues le rindieron honras fúnebres de Ministro de Estado.
Fue amiga de Lorca, Neruda, Juan Ramón Jiménez, Gabriela Mistral, etc. y obtuvo innumerables condecoraciones y lauros, entre ellos el Premio Nacional de Literatura de su país (1959). Fue también presidenta del Pen Club y fundadora de la Asociación Uruguaya de Escritores, siendo incluso propuesta para el premio Nobel de Literatura.
Estéticamente su obra depende del modernismo, y su temática tiende a la exaltación sentimental de la entrega amorosa, de la maternidad, de la belleza física y de la naturaleza, que expresa con cierto lastre retórico.
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El poeta del mes,
Ibarbourou Juana
domingo, 10 de agosto de 2008
Efemérides literarias
AGOSTO:
10 de agosto:
1929 Juana de Ibarbourou recibe el título de Juana de América, en un acto presidido por Zorrilla San Martín
Nacimientos:
1878 Alfred Döblin, escritor alemán
1912 Jorge Amado, escritor brasileño
Defunciones:
1647 Rodrigo Caro, poeta español
10 de agosto:
1929 Juana de Ibarbourou recibe el título de Juana de América, en un acto presidido por Zorrilla San Martín
Nacimientos:
1878 Alfred Döblin, escritor alemán
1912 Jorge Amado, escritor brasileño
Defunciones:
1647 Rodrigo Caro, poeta español
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Amado Jorge,
Caro Rodrigo,
Doblin Alfred,
efemérides,
Ibarbourou Juana
martes, 15 de julio de 2008
Efemérides literarias
JULIO:
15 de julio:
Nacimientos:
1815 Enrique Gil y Carrasco, poeta y novelista español
1871 José Enrique Rodó, ensayista, crítico y filósofo uruguayo
1892 Walter Benjamin, ensayista alemán
1900 Enrique Cadícamo, escritor, guionista y director de cine argentino
1919 Iris Murdoch, novelista británica
Defunciones:
1873 Fedor Tjutcev, poeta ruso
1885 Rosalía de Castro, poetisa española
1904 Anton Chejov, escritor ruso
1929 Hugo von Hofmannsthal, literato austríaco
1940 Walter Hasenclever, poeta y dramaturgo alemán
1977 Konstantin Fedin, novelista soviético
1979 Juana de Ibarbourou, poetisa uruguaya
15 de julio:
Nacimientos:
1815 Enrique Gil y Carrasco, poeta y novelista español
1871 José Enrique Rodó, ensayista, crítico y filósofo uruguayo
1892 Walter Benjamin, ensayista alemán
1900 Enrique Cadícamo, escritor, guionista y director de cine argentino
1919 Iris Murdoch, novelista británica
Defunciones:
1873 Fedor Tjutcev, poeta ruso
1885 Rosalía de Castro, poetisa española
1904 Anton Chejov, escritor ruso
1929 Hugo von Hofmannsthal, literato austríaco
1940 Walter Hasenclever, poeta y dramaturgo alemán
1977 Konstantin Fedin, novelista soviético
1979 Juana de Ibarbourou, poetisa uruguaya
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