TEMÁTICA DEL SONETO
I.- EL SONETO AMOROSO (IV)
I.A) Amor hacia el otro sexo (continuación)
+ El beso
Bésame ya, tu beso más profundo
que sea para mí, el que no diste
nueva y adolescente, ardiente y triste
de despertar sin sueño en otro mundo.
Bésame con tu dulce beso oriundo
del paraíso en que jamás creíste,
tu amargo beso o pulpa que ofreciste
a este pozo de sed en que me hundo.
Exprime entre mis labios, lenta Eva,
tu elixir del que nadie nunca beba
si no quiere sorber la muerte o cielo.
Bésame de ese beso que rebosa
y de los cuatro pétalos sin vuelo
verás nacer la negra mariposa.
(Gerardo Diego: Psique)
* * *
Te me mueres de casta y de sencilla:
estoy convicto, amor, estoy confeso
de que, raptor intrépido de un beso,
yo te libé la flor de la mejilla.
Yo te libé la flor de la mejilla,
y desde aquella gloria, aquel suceso,
tu mejilla, de escrúpulo y de peso,
se te cae deshojada y amarilla.
El fantasma del beso delincuente
el pómulo te tiene perseguido,
cada vez más patente, negro y grande.
Y sin dormir estás, celosamente,
vigilando mi boca ¡con qué cuido!
para que no se vicie y se desmande.
(Miguel Hernández)
+ El sueño del amante
¡Ay, Floralba! Soñé que te... ¿Dirélo?
Sí, pues que sueño fue: que te gozaba.
¿Y quién, sino un amante que soñaba,
juntara tanto infierno a tanto cielo?
Mis llamas con tu nieve y con tu yelo,
cual suele opuestas flechas de su aljaba,
mezclaba Amor, y honesto las mezclaba,
como mi adoración en su desvelo.
Y dije: «Quiera Amor, quiera mi suerte,
que nunca duerma yo, si estoy despierto,
y que si duermo, que jamás despierte.»
Mas desperté del dulce desconcierto;
y vi que estuve vivo con la muerte,
y vi que con la vida estaba muerto.
(Francisco de Quevedo: Amante agradecido a las lisonjas mentirosas de un sueño)
+ La mariposa y la llama
Cual simple mariposa vuelvo al fuego
de vuestra hermosura, do me abraso,
y, cuando siento el daño y huyo el paso,
Amor me torna allí por fuerza luego.
No bastan a aliviarme fuerza o ruego
y, si es que alguna vez me escapo acaso,
hallo que Amor me está aguardando al paso
y tórname cual fugitivo al fuego.
Yo, viendo ya que con vivir no puedo
huir de mi destino y fiera suerte,
deseoso en tanto mal de algún sosiego,
perdido a mi tormento todo el miedo,
buscando como fénix vida en muerte,
cual simple mariposa vuelvo al fuego.
(Diego Hurtado de Mendoza)
+ Los celos
Celos, que amor en las sospechas cría,
son de la paz una insufrible ausencia,
una solicitud y diligencia
que mueve la turbada fantasía.
Son una indivisible compañía
celos y amor, y aun pienso que una esencia;
pero con esta sola diferencia:
que celos son la noche, amor el día.
Forzosos celos son, no son violentos;
apenas nace amor cuando los llama;
nadie puede entender sus movimientos,
ninguno defenderse de su llama;
porque si son los celos pensamientos,
¿quién puede no pensar perder lo que ama?
(Lope de Vega)
* * *
¿Qué son los celos? El mayor tormento;
áspid que del veneno se alimenta,
con que a otros mata; infierno que atormenta
la memoria, el discurso, el pensamiento.
Quimeras admitir, abrazar viento,
hacerse de la parte de su afrenta;
curar el mal con lo que más se aumenta,
negarse en la experiencia al escarmiento.
De la menor sospecha que le llama,
el crédito fiar, que el juicio altera;
relámpago sin luz, fuego sin llama.
Si esto los celos son, con ser quimera,
¿qué será un desengaño? ¡Ay de quien ama!
¡Ay de aquella otra vez que aquí le espera!
(Gabriel Bocángel)
+ Quejas y dolor del amante
Solo sin vos, y mi dolor presente,
mi pecho rompo con mortal suspiro;
sólo vivo aquel tiempo cuando os miro,
mas poco mi destino lo consiente.
Mi mal es propio, el bien es accidente;
pues, cuando verme en vos presente aspiro,
no falta causa al mal por que suspiro,
aunque con vos estoy, estando ausente.
Aquí os hablo, aquí os tengo y aquí os veo,
gozando deste bien en mi memoria,
mientras que el bien que espero Amor dilata.
¡Mirad cómo me trata mi deseo:
que he venido a tener sólo por gloria
vivir contento en lo que más me mata.
(Francisco de Quevedo)
* * *
Hoy deja todo el bien un desdichado
a quien quejas ni llantos no han valido;
hoy parte quien tomara por partido
también de su vivir ser apartado.
Hoy es cuando mis ojos han trocado
el veros por un llanto dolorido;
hoy vuestro desear será cumplido,
pues voy do he de morir desesperado.
Hoy parto y llego a la postrer jornada,
la cual deseo ya más que ninguna,
por verme en algún hora descansada,
y porque, con mi muerte, mi fortuna
os quite a vos de ser importunada,
y a mí quite el vivir, que me importuna.
(Diego Hurtado de Mendoza)
* * *
Suele tal vez, venciendo los rigores
del crudo invierno y la opresión del hielo,
un tierno almendro desplegar al cielo
la bella copa engalanada en flores;
mas ¡ay! que en breve vuelve a sus furores
el cierzo frío, y con funesto vuelo
del ufano arbolillo arroja al suelo
las delicadas hojas y verdores.
Si tú lo vieras, Silvia, "¡Oh pobre arbusto",
dijeras con piedad, "la suerte impía
no te deja gozar ni un breve gusto!"
Pues repítelo, ingrata, cada día;
que el cierzo frío es tu rigor injusto,
y el triste almendro la esperanza mía.
(Juan Bautista Arriaza: La flor temprana)
+ Ausencia o lejanía del ser amado
Señora mía, si de vos ausente
en esta vida turo y no me muero,
paréceme que ofendo a lo que os quiero
y al bien de que gozaba en ser presente;
tras éste luego siento otro accidente,
que es ver que si de vida desespero,
yo pierdo cuanto bien de vos espero,
y ansí ando en lo que siento diferente.
En esta diferencia mis sentidos
están, en vuestra ausencia, y en porfía;
no sé ya qué hacerme en mal tamaño;
nunca entre sí los veo sino reñidos;
de tal arte pelean noche y día,
que sólo se conciertan en mi daño.
(Garcilaso de la Vega)
* * *
Quien dice que la ausencia causa olvido
merece ser de todos olvidado.
El verdadero y firme enamorado
está, cuando está ausente, más perdido.
Aviva la memoria su sentido;
la soledad levanta su cuidado;
hallarse de su bien tan apartado
hace su desear más encendido.
No sanan las heridas en él dadas,
aunque cese el mirar que las causó,
si quedan en el alma confirmadas,
que si uno está con muchas cuchilladas,
porque huya de quien lo acuchilló
no por eso serán mejor curadas.
(Juan Boscán)
* * *
Ir y quedarse, y con quedar partirse,
partir sin alma, y ir con alma ajena,
oír la dulce voz de una sirena
y no poder del árbol desasirse;
arder como la vela y consumirse
haciendo torres sobre tierna arena;
caer de un cielo, y ser demonio en pena,
y de serlo jamás arrepentirse;
hablar entre las mudas soledades,
pedir prestada, sobre fe, paciencia,
y lo que es temporal llamar eterno;
creer sospechas y negar verdades,
es lo que llaman en el mundo ausencia,
fuego en el alma y en la vida infierno.
(Lope de Vega)
+ Escarmiento a los amantes
Nunca de amor estuve tan contento
que en su loor mis versos ocupase,
ni a nadie consejé que se engañase
buscando en el amor contentamiento.
Esto siempre juzgó mi entendimiento:
que de este mal todo hombre se guardase,
y así, porque esta ley se conservase,
holgué de ser a todos escarmiento.
Oh, vosotros que andáis tras mis escritos
gustando de leer tormentos tristes,
según que por amar son infinitos,
mis versos son deciros: «¡Oh benditos
los que de Dios tan gran merced hubistes
que, del poder de amor, fuésedes quitos!»
(Juan Boscán)
* * *
Cuando me paro a contemplar mi estado,
y a ver los pasos por dó me han traído,
hallo, según por do anduve perdido,
que a mayor mal pudiera haber llegado;
mas cuando del camino estó olvidado,
a tanto mal no sé por dó he venido;
sé que me acabo, y más he yo sentido
ver acabar conmigo mi cuidado.
Yo acabaré, que me entregué sin arte
a quien sabrá perderme y acabarme,
si ella quisiere, y aun sabrá querello;
que pues mi voluntad puede matarme,
la suya, que no es tanto de mi parte,
pudiendo, ¿qué hará sino hacello?
(Garcilaso de la Vega)
* * *
Huir procuro el encarecimiento,
no quiero que en mis versos haya engaño,
sino que muestren mi dolor tamaño
cual le siente en efeto el sentimiento.
Que mostrándole tal cual yo le siento
será tan nuevo al mundo y tan extraño,
que la memoria sola de mi daño
a muchos pondrá aviso y escarmiento.
Así, leyéndolas o siéndoles contadas
mis pasiones, podrán luego apartarse
de seguir el error de mis pisadas
y a más seguro puerto enderezarse,
do puedan con sus naves despalmadas
en la tormenta deste mar salvarse.
(Hernando de Acuña)
viernes, 22 de agosto de 2008
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