Un año más la Academia Sueca ha otorgado el premio Nobel de Literatura, y un año más surge la inevitable polémica por no haberselo dado a tal o cual autor que nosotros creemos -con toda justicia- merecedor de ese galardón.
Pero a mi, particularmente, me ha parecido estupendo que se lo hayan dado a un autor de habla no inglesa (el francés Jean Marie Le Clézio, a quien dicho sea de paso no he tenido el honor de leer). Se quejan algunos de que le escamotean el Nobel a los autores estadounidenses, pero vamos, la verdad es que últimamente, un año si y otro casi también se lo dan a británicos, sudafricanos, caribeños y angloescribientes en general (Lessing, Pinter, Coetzee, Naipaul, Heaney, Morrison, Walcott, Gordimer). Creo que Francia existe, lo mismo que Italia, España, Rusia o Alemania, por poner solo unos ejemplos. Y creo que con Estados Unidos hay la misma discriminación que con cualquier otro país.
Y si no, veamos como está el panorama lingüístico de los últimos galardonados:
Autores en español: 1990, 1989, 1982.
En ruso: 1987, 1970.
En italiano: 1997, 1975.
En alemán: 2004, 1999, 1981.
En francés: 2008, 1985, 1969.
En japonés: 1994, 1968.
En inglés: 2007, 2005, 2003, 2001, 1993, 1992, 1991, 1987, 1986, 1983...
Es obvio que en la nómina de galardonados en los 25 o 30 últimos años, la mayoría escriben en inglés. Y en el total de premiados, norteamericanos hay tantos o más que de cualquier otra nacionalidad.
Y si hablamos de 'veto' habría que recordar el que sufrió Alemania, que estuvo castigada sin premio a raíz de la 2ª Guerra Mundial, hasta que se lo dieron a Heinrich Boll en los años 70, dejando fuera por ejemplo nada menos que al gran Bertolt Brecht (probablemente el escritor más importante de todo el siglo XX). En cambio se lo dieron a Winston Churchill, o ciñéndonos a Estados Unidos, a Faulkner, que es un verdadero tostón, o a Pearl S. Buck, o a Sinclair Lewis o a un largo etcétera.
Los autores estadounidenses no son desde luego mejores que el resto; simplemente los conocemos más por cuestiones de marketing. Como pertenecen al imperio, nos los meten hasta en la sopa, mientras a los de las grandes literaturas europeas (Francia, Italia, Alemania, España, Rusia, etc.), aunque más cercanos geográficamente, les cuesta mucho más ser conocidos fuera de sus fronteras. Y no digamos ya de Asia o África.
Y por otro lado, los mejores escritores vivos de Estados Unidos probablemente hay que encontrarlos en el teatro: Albee y Mamet. O ya puestos, Dylan, que es poeta. Pero claro, en poco espacio de tiempo se lo han dado a dos importantes autores teatrales (Fo y Pinter), y estaba claro que este año no tocaba teatro, y con Dylan... no se atreven.
Ya sabemos que los suecos no siempre han hecho justicia. Ya he citado a Brecht; también dejaron fuera a Borges, otro de los más grandes de su siglo. Pero hay que ser justos y reconocer que muchas otras veces sí han acertado. Y que si los Premios Nobel se otorgaran –por ejemplo- en España, la lista de galardonados sería mucho más local y discutible. Al menos los suecos tienen la decencia de premiar con cuentagotas a los autores escandinavos, detalle que les honra.
Y además, si hasta los jurados nacionales cometen errores tanto o más graves. No hay más que ver lo que sucede con el premio Cervantes: ahí está Fernando Arrabal, el más reconocido internacionalmente en el último tercio de siglo, que se morirá sin haberlo recibido; o tantos y tantos otros preteridos en favor de autores de segunda y hasta de tercera fila.
En fin, lo dicho. Que hay vida fuera del inglés. Y que me alegro por este novelista francés al que habrá que leer con detenimiento.
jueves, 9 de octubre de 2008
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