domingo, 5 de octubre de 2008
Tipología del soneto (XXII)
TEMÁTICA DEL SONETO
III.- EL SONETO ELEGÍACO (I)
Se trata de poemas de circunstancias, escritos en memoria o loor de un personaje, generalmente allegado a su autor o de gran relieve histórico o social. Su estilo suele ser elevado y culto, y suelen a su vez dividirse en varias categorías:
-Fúnebres: En ellos se lamenta la muerte de una persona o cualquier acontecimiento digno de ser llorado. Suelen centrarse en la descripción del túmulo, y no es raro que alaben más la belleza del muerto que su virtud. Con frecuencia ponen en relación el mundo pagano y la moral cristiana. Fueron muy frecuentes en el Siglo de Oro.
- Laudatorios o elogiosos: Comprende un grupo de sonetos escritos en ocasiones solemnes o para celebrar la aparición de un libro, con carácter panegírico.
- Dedicatorios: Tienen por objeto ensalzar las virtudes de una persona, ya tenga existencia real o se trate únicamente de un ente de ficción. También se escribieron en el Siglo de Oro para congraciarse con personajes de categoría. A veces no es fácil diferenciarlos de los laudatorios.
Este género de poesía se conoce también como heroica.
* Fúnebre
Mereciste reinar, y mereciste
no acabar de reinar; y lo alcanzaste
en las almas al punto que expiraste,
como el reinar al punto que naciste.
Rey te llamaste, cuando padre fuiste,
pues la serena frente que mostraste,
del amor de tus hijos coronaste,
cerco a quien más valor que al oro asiste.
Militó tu virtud en tus legiones;
vencieron tus ejércitos, armados
igualmente de acero y oraciones.
Por reliquia llevaron tus soldados
tu nombre, y por ejemplo tus acciones,
y fueron victoriosos y premiados.
(Francisco de Quevedo: Funeral elogio en la muerte del bienaventurado rey don Felipe III)
* * *
Pasa, Tirsis, cual sombra incierta y vana
este nuestro vivir y, como nieve
al tibio rayo, desvanece en breve
todo apacible bien y gloria humana.
Mira cuánto en color, cuánto en lozana
juventud confiar el hombre debe,
si así acabó Medrano: ¡oh, en vuelo leve
subido haya a la estancia soberana!
Siendo su fin veloz (aunque no incierto,
triste imagino aquél que nos aguarda)
sólo por no avenirle en pena, en lloro.
Tirsis, deja este mar, vuelve ya al puerto
la nave y busca el celestial tesoro:
que a nos, quizá, tan triste fin no tarda.
(Francisco de Rioja)
* * *
El Cuarto Enrico yace mal herido
y peor muerto de plebeya mano;
el que rompió escuadrones y dio al llano
más sangre que agua Orión humedecido:
glorïoso francés, esclarecido
conducidor de ejércitos, que en vano
de lilios de oro ya el cabello cano,
y de guardia real iba ceñido.
Una temeridad astas desprecia,
una traición cuidados mil engaña,
que muros rompe en un caballo Grecia.
Archas burló el fatal cuchillo; ¡oh España,
Belona de dos mundos, fiel te precia,
y armada tema la nación extraña!
(Luis de Góngora: En la muerte de Enrique IV, rey de Francia)
* * *
Cual sin arrimo vid, cual planta umbrosa,
viuda del ruiseñor, que antes solía,
con dulce canto, al parecer del día,
invocar de Titón la blanca esposa;
cual navecilla en noche tenebrosa,
do el gobierno faltó que la regía;
cual caminante que perdió su guía
en selva oscura, horrible y temerosa;
cual nube de mil vientos combatida,
cual ave que atajó la red su vuelo,
cual siervo fugitivo y cautivado;
cual de peso infernal alma afligida,
o cual quedó tras el Diluvio el suelo,
tal quedé yo sin vos, hermoso amado.
(Francisco de Aldana: En la ausencia de su hermano Cosme)
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