Soy un cero a la izquierda, un pobre diablo,
un tipo del que apenas Dios se acuerda;
alguien piensa por mí, mueve mi cuerda,
no sé por dónde voy ni lo que hablo.
Mi voz resuena a paja, huele a establo,
no hay camino en que andando no me pierda
soy -vuelvo a repetir- cero a la izquierda,
carne de olvido, pieza de un retablo.
No cuenta mi opinión, no tengo voto,
nadie hablará de mí cuando las palas
cubran la soledad de mi esqueleto.
Me he de quedar como un muñeco roto,
cual pájaro enjaulado y sin sus alas
hundido en el abismo de un soneto.
© Juan Ballester
jueves, 22 de enero de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario