miércoles, 21 de enero de 2009

Tipología del soneto (XXVIII)


TEMÁTICA DEL SONETO

VI.- El soneto mitológico (II)


* Mitos castellanos

+ Don Quijote de la Mancha

Desdichado poeta, genial, aventurero;
con la facha grotesca, de cartón la celada:
sin razón, sin camisa, sin gloria, sin dinero,
bajo el sol de Castilla por la encendida estrada...

Le traicionaron todos: el Cura y el Barbero,
la Sobrina y el Ama. Y en la venta encantada,
dos mozas del partido le armaron caballero:
le calzaron espuelas y ciñeron espada.

Luego que el Posadero le dio el espaldarazo,
salió a probar el temple de su acero y su brazo,
retando a los gigantes a singular pelea.

Tuvo por solo premio la burla y la derrota;
y, en tanto que el buen Panza se abrazaba a la bota,
Don Quijote moría, ¡de amor!, por Dulcinea.

(Pedro Luis de Gálvez: Don Quijote)

* * *

Te pedía perdón el caballero
porque creíste un día en su locura;
y tú, Sancho, sentías la amargura
de no ser a su idea ya escudero.

No la ínsula, no; y no el dinero
ni la esperanza fiel de la aventura;
tan sólo, Sancho, sólo su figura
caminando ante ti por el sendero.

La lanza erguida, el yelmo encasquetado,
el profundo suspiro, la mirada,
su buen hablar, su acento reposado...,

su dama por tu industria, ¡ay!, encantada...
Todo estaba en el lecho, allí a tu lado,
¡y todo era locura ya olvidada!

(Demetrio Castro Villacañas: A Sancho Panza, por­que qui­so convencer a su señor don Quijote de que no se mu­riera)

* * *
Afanada y en pie desde la aurora,
trajinando, tal vez, en la cocina
o en la tierra, curtida y campesina,
el que te vio te dijo labradora.

Pero alguien con mirada evocadora,
como la fe que crea y adivina,
en vuelo vertical de golondrina,
te vio en su sueño y te nombró Señora.

Yo sé que por su amor te redimiste
de tu mirada sólo a ras de suelo,
que no de la humildad de la tarea.

“Aldonza” te llamaron. Tú dijiste
en voz amante de empinado vuelo:
“Aldonza, no. Me llamo Dulcinea”.

(Juan Ignacio Morales: Dulcinea)


+ Don Juan

Sobre el tránsito erecta e impasible
espada de sí mismo bien lunada,
si privado de soles, soleada
en rubias huellas su verdad tangible.

Por el muerto paisaje que insensible
la muerta da la vida, y arrancada,
hurta de España, va, no reclinada,
huésped del río, estatua incorregible.

Lloran del alto cielo su clemencia
enamoradas sombras que sin vida
memoria guardan aún de sus amores,

y a Dios acude en especial audiencia
la entera voz sin llanto, decidida
y perfumada de cortadas flores.

(César González-Ruano: Tránsito de don Juan en ne­gra barca)


+ La Celestina

Hembra del barrio de los cordobanes,
tienes murciélagos en la barbacana
y relinchos de potros alazanes
bajo el alféizar gris de tu ventana.

Preguntando vendrán por la galana
el arcipreste joven y el sopón,
algún paje de sol y porcelana
y dos sobrejunteros de Aragón.

Tú, madre Celestina, perseveras
en encender las luces del beleño
en las antiguas urbes algareras

y asilo hallan en ti calmo y risueño
los compadres del tajo y las galeras
y el montaraz galán y el ribereño.

(Ramón J. Sender)

No hay comentarios:

Publicar un comentario