Este poema lo escribí el 12 de febrero de 1984, al día siguiente de la muerte de Julio Cortázar. Su muerte me sorprendió entre miserias, durante unas maniobras en el servicio militar. No sé cómo cayó un periódico en mis manos y leí la noticia, produciéndome una inmensa tristeza. Lo recuerdo como uno de los peores días de mi vida.
¡¡Y ya han pasado 25 años de aquello!!
El poema no es bueno, ni siquiera aceptable, pero así salió y al menos me queda el consuelo de que es absolutamente sincero. Está lleno de alusiones a títulos de obras y de personajes del genio argentino, un argentino universal que curiosamente ni nació ni murió en su patria. ¡Cosas del destino!
HOMENAJE A JULIO CORTÁZAR
Apenas si he tenido tiempo de escucharlo,
la radio lo ha dicho brevemente y claro:
Julio Cortázar ha muerto a causa de un infarto,
se ha ido para siempre este amigo americano.
París entera enmudece, sabiendo lo que ha pasado
y la humanidad te llora, te da el último abrazo.
Tus amigos, tus lectores de luto estamos;
Argentina, Buenos Aires, tus novelas y relatos
han callado de repente y han llorado tanto ...
Mi biblioteca ya no es la misma, le falta algo,
tu Presencia viva, tu espíritu intacto.
Tus personajes ya están solos, huérfanos
comprendiendo que se han quedado sin su amo.
* * *
Julio Cortázar, escritor de siempre,
¿por qué has hecho enmudecer tu máquina de escribir?
¿por qué has dejado a tu corazón dejar de latir?
Julio, amigo Julio, los lomos de tus libros
lucen hoy brazalete negro.
Rayuela, Bestiario y el Libro de Manuel
comprenden en silencio que te has ido.
Tus cuentos, tus reivindicaciones sociales
han cesado brutalmente
- ya no habrá más placenteros momentos
al descubrir tus obras -.
Julio, corresponsal de vida,
Perseguidor de mil relatos,
constructor de sueños, de obsesiones,
ya has disputado tu Último Round.
Cuando mis ojos repasen tus mejores páginas
escritas con tu melodiosidad porteña
algo habrá cambiado allí, estoy seguro.
Y puedo adivinar que a mis ojos brotarán
océanos de lágrimas,
enormes ríos de rabia y desesperación.
Tu me abriste las Puertas del Cielo,
me hiciste recorrer tu estela, maestro.
Tus cuentos me envolvieron, me cautivaron,
tus novelas lograron ponerme la carne de gallina
y tus raras mezclas fueron maravillosas.
Octaedro, los Premios, Historias de Cronopios,
títulos que evocan un mundo diferente;
Prosa del Observatorio, Los Reyes, Las Armas Secretas,
noticias y personas que no podré olvidar.
"La diñaste, pibe, ahí lo tenés"
pensarán tu Torito y Un Tal Lucas,
porque, Cortázar, has muerto a Deshora.
Ahora, donde estés, te asomarás cada día
por la ventana y te sentarás con ellos,
con todos los personajes que creaste,
con los ocultos misterios que salieron de tu pluma,
y te reirás, fumando uno de esos cigarros
que siempre llevabas en la boca,
de los pobres humanos que andan por ahí,
y tu barba no encanecerá
ni se apagará el brillo de tus ojos.
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