lunes, 16 de marzo de 2009

Tú y yo somos tres


El 16 de marzo de 1945 se estrenaba en el teatro Infanta Isabel de Madrid la comedia psicoilógica en tres actos Tú y yo somos tres, de Enrique Jardiel Poncela, que sólo en Madrid y en la época de su estreno alcanzó las 100 representaciones.

El éxito estuvo respaldado, en buena medida, en su argumento completamente disparatado:

Una mujer se ha casado por poderes con un hombre al que ha visto sólo por fo­to­­grafías. Cuando llega el día de conocerle en persona, descubre que está unido por el brazo a un hermano siamés y, en pleno delirio, trata de suicidarse tirándose por la ventana de su casa, aun­que milagro­sa­mente salva la vida. La posterior separación física de los her­ma­nos, lejos de so­lu­cionar el problema, lo agrava, dando lugar a situaciones de gran comicidad.

Es una comedia de puro entretenimiento, donde los recursos humorísticos son de lo más va­riado y sorprendente, empezando por el mismo planteamiento de la situación de base -el de los hermanos siameses-. Incluso la dramática escena del rescate con que se inicia la obra, lejos de producir angustia o preocupación, logra arrancarnos la sonrisa, debido a la forma en que Jar­diel la plantea y a cómo se desenvuelven los personajes. En ningún mo­mento se pierde el in­te­rés, y las situaciones cómicas fluyen sin pausa a lo largo de los dos actos. Excelentes son los juegos de palabras, en especial uno construido a base de confundir 'las horas' y 'las gotas' que una paciente ha de tomar como medicamento. Y en medio de ese tono desen­fa­dado que caracteriza toda la pieza, no falta el momento apto para la lírica, cuando la pro­ta­gonista describe los efectos del amor y se lanza a unos largos parlamentos llenos de poesía, con los que su autor de­muestra un ver­da­dero dominio de la técnica del monólogo.
Hay personajes bien construidos, en especial Gumersindo (el portero), Martínez (un periodista), Dominga (una criada), o el mismo Rodolfo (el esposo), y otros, en cambio, de los que podría esperarse más (la prima Matilde, o Raimundo, padre de la infeliz esposa). Y cómo no, para la galería antológica de médicos Jardiel nos regala esta vez dos inefables criaturas: Alberto Zendreras y Lóriga, que por una vez y sin que sirva de precedente resultan bastante competentes.
Quizá no resulta creíble el hecho de que los dos hermanos hayan permanecido 30 años unidos única­mente por el brazo, o que se quiera ocultar su presencia para evitar el acoso de la prensa. En cambio, las consecuencias mentales y las secuelas físicas que provoca la separación de los siameses es un asunto tratado de forma ma­gistral por Jardiel.
En suma, se trata de una comedia ingeniosa, amena y brillante, de la que se hizo por cierto una adaptación cinematográfica dirigida por Rafael Gil, con Analía Gadé y Alberto de Mendoza al frente de un reparto en el que no faltaban secundarios ilustres (Ismael Merlo, Manolo Gómez Bur, etc.).

1 comentario:

  1. Muy acertada crítica. Un dato: La obra se iba a llamar "Tú y yo somos cuatro y sobran dos".

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