Puede haber otros viajes, más tarde o más temprano
puede haber un billete con el que embarcarnos.
Tal vez un mercancías, o quizá un tren correo
nos lleve en este viaje de perfiles inciertos.
Puede estar la maleta rebosante de víveres,
que tengamos fortuna con lo que no se elige.
Puede que el recorrido sea lento y sin baches
o que avance veloz, con prisa inexplicable.
Puede que nuestro asiento no tenga ventanilla
y viajemos durmiendo sin gozar de las vistas.
Puede que se detenga en muchas estaciones
renovando las caras y olvidando los nombres.
Puede que los paisajes resulten placenteroso,
que recorra túneles, desiertos y cemento.
Puede que lo vivamos en grata compañía
o nos rodee gente sin luces y aburrida.
Puede que nos bajemos en cercanos andenes
-prematuros difuntos sin consuelo y sin suerte-
o que el tiempo marcado al dorso del pasaje
nos compense las penas que en la aventura nacen.
Mas al fin llegará la hora del descenso,
la hora de decir adiós a todo esto
y saldremos callados, vacía la maleta
en cualquier estación, futura y duradera.
© Juan Ballester
sábado, 31 de octubre de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario