Fundida piel sobre el tapete oscuro
de mi boca que inicia su emboscada
donde la luz se oculta en la mirada
y el aire se conmueve, prematuro.
Territorio infinito que inauguro
bajo una tempestad tenue y callada
ajena a los relojes, donde nada
se ajusta a ningún plan, todo inseguro.
Susurros que se vierten, melodías
a golpe de caricias y arañazos,
tímidos aleteos de paloma.
Trémula posesión entre los brazos,
ansioso bienestar, mentes vacías
y un vuelo de cristal que se desploma.
© Juan Ballester
sábado, 26 de diciembre de 2009
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