Semillas de deseo al borde de la cama,
gotas de una fragancia que la pasión inflama,
restos de unos cabellos del color de la llama
ardientes como roca, fríos como la dama.
Fragmentos del ropaje de la joven crisálida,
nubes tras la ventana en la mañana pálida,
ofreciendo las luces de una jornada inválida
a la dama de carne de la mirada cálida.
Automóviles ruedan lentos por el asfalto,
mirada de la dama distante hacia lo alto;
la cama aún caliente abandona de un salto
el amante que espera, envuelto en sobresalto.
La calle abandonada se observa en lontananza,
el frío se diluye y un nubarrón avanza,
y mientras por la casa hay un bufón que danza
la dama ha ejecutado su singular venganza.
© Juan Ballester
martes, 9 de febrero de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Me encanta tu forma de escribir enhorabuena.
ResponderEliminar