Concepto y características formales del soneto
Según la preceptiva tradicional, el soneto es una composición poética que consta de catorce versos endecasílabos distribuidos en cuatro estrofas: dos cuartetos y dos tercetos. En cada uno de los cuartetos riman en consonante entre sí los versos primero con cuarto, y segundo con tercero [ABBA], lo que se denomina rima abrazada, manteniendo el segundo cuarteto las mismas dos consonancias que el primero. En los tercetos, por su parte, pueden introducirse dos o tres consonancias diferentes, sin que ninguno de los versos pueda quedar blanco o suelto, y sin que puedan rimar entre sí tres versos consecutivamente. La fórmula más usual de agrupar la rima de los tercetos, en el caso de dos consonancias, es [CDC DCD], y, en caso de tres consonancias, [CDE CDE].
La anterior descripción coincide poco más o menos con la definición que ofrece el Diccionario de la Lengua Española en su actual redacción. Sin embargo, este concepto clásico de soneto ha ido suavizando algunas de sus reglas definitorias con el transcurso de los siglos (y sobre todo gracias al Modernismo), de tal manera que se han escrito sonetos que poco o nada conservan de su concepción tradicional, y que sin embargo nadie duda de calificar como tales. Así, los que carecen de rima o riman en asonante, los que no tienen catorce versos, los de arte menor o escritos en versos distintos del endecasílabo, los de cuartetos de rima cruzada (según esquema [ABAB]), etc. De hecho, son tantas las posibilidades teóricas que ofrece esta manifestación poética desde el punto de vista de su estructura formal, que resulta prácticamente imposible describirlas todas.
Debido precisamente a la capacidad camaleónica para renovarse constantemente que presenta el soneto, algunos recopiladores y antólogos han tenido la tentación de considerar como tales a cualquier clase de poema que tenga catorce versos (y más aún si se trata de endecasílabos). Creemos no obstante que el calificar a un poema como soneto es algo que va más allá de simples cuestiones numéricas, o incluso de la voluntad de su autor en denominarlo así. Y aunque siempre habrá ejemplos que se encuentren más o menos rozando la borrosa frontera que separa el elegante soneto del resto de los poemas, lo razonable sería en esos casos optar por un criterio restrictivo.
© Juan Ballester
Según la preceptiva tradicional, el soneto es una composición poética que consta de catorce versos endecasílabos distribuidos en cuatro estrofas: dos cuartetos y dos tercetos. En cada uno de los cuartetos riman en consonante entre sí los versos primero con cuarto, y segundo con tercero [ABBA], lo que se denomina rima abrazada, manteniendo el segundo cuarteto las mismas dos consonancias que el primero. En los tercetos, por su parte, pueden introducirse dos o tres consonancias diferentes, sin que ninguno de los versos pueda quedar blanco o suelto, y sin que puedan rimar entre sí tres versos consecutivamente. La fórmula más usual de agrupar la rima de los tercetos, en el caso de dos consonancias, es [CDC DCD], y, en caso de tres consonancias, [CDE CDE].
La anterior descripción coincide poco más o menos con la definición que ofrece el Diccionario de la Lengua Española en su actual redacción. Sin embargo, este concepto clásico de soneto ha ido suavizando algunas de sus reglas definitorias con el transcurso de los siglos (y sobre todo gracias al Modernismo), de tal manera que se han escrito sonetos que poco o nada conservan de su concepción tradicional, y que sin embargo nadie duda de calificar como tales. Así, los que carecen de rima o riman en asonante, los que no tienen catorce versos, los de arte menor o escritos en versos distintos del endecasílabo, los de cuartetos de rima cruzada (según esquema [ABAB]), etc. De hecho, son tantas las posibilidades teóricas que ofrece esta manifestación poética desde el punto de vista de su estructura formal, que resulta prácticamente imposible describirlas todas.
Debido precisamente a la capacidad camaleónica para renovarse constantemente que presenta el soneto, algunos recopiladores y antólogos han tenido la tentación de considerar como tales a cualquier clase de poema que tenga catorce versos (y más aún si se trata de endecasílabos). Creemos no obstante que el calificar a un poema como soneto es algo que va más allá de simples cuestiones numéricas, o incluso de la voluntad de su autor en denominarlo así. Y aunque siempre habrá ejemplos que se encuentren más o menos rozando la borrosa frontera que separa el elegante soneto del resto de los poemas, lo razonable sería en esos casos optar por un criterio restrictivo.
© Juan Ballester
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