Hoy día 23 de abril, aprovechando que es el día en que tradicionalmente se entrega el Premio Cervantes en la Universidad de Alcalá de Henares, conviene traer a colación una reflexión que publiqué en cierto medio de comunicación con motivo de la concesión del premio a Sergio Pitol, en el año 2005.
Como ya sabemos, el último galardonado, que por tanto recogerá hoy su premio de manos del rey Juan Carlos, es el poeta argentino Juan Gelman.
¿Y éste qué tal es?, es la pregunta obligada. Y la respuesta parece obvia: Pues ni bien ni mal, sino todo lo contrario, como diría el otro. O dicho de otra forma: más de lo mismo, como viene siendo habitual en casi todas las recientes ediciones del premio.
Y no es que Juan Gelman no se lo merezca. Se lo puede merecer como tantos otros, ni más ni menos méritos que la mayoría. Pero me escama que en esto de los premios empezamos a parecernos a los suecos, a los que criticamos cuando se sacan de la manga un escritor escasamente conocido y de nulo relieve en el panorama literario mundial. Y si no, basta echar un vistazo a la lista de los premios Nobel para ver que el porcentaje de escritores de relleno es simplemente estremecedor. Aunque a veces, como es lógico, la elección de los suecos resulte bastante acertada o les suene la flauta por casualidad, como al burrito de la fábula.
Con el premio Cervantes la tarea de los sesudos miembros del jurado parece más fácil que la de sus colegas suecos. No hay que irse a Hungría ni a la China, ni a Lesotho. Se trata de premiar a autores en lengua castellana que de alguna manera lleven una vida entera dedicada al noble arte de escribir.
Fue fácil durante los primeros años ir previendo la nómina de galardonados. Muchos poetas del 27 aún vivían; el boom de la literatura hispanoamericana todavía dejaba sus secuelas. En España vivían poetas, dramaturgos, ensayistyas y novelistas de reconocido prestigio, y lo mismo cabía decir del otro lado del charco.
Bien es cierto que eran tantos que apenas habría sitio para todos en el premio Cervantes. Se pudo galardonar a Borges, a Dámaso Alonso, a Buero Vallejo, a Cela, a Delibes, pero otros se nos murieron antes de poder recibir el galardón: Cortázar, Martín Gaite, etc. A algunos no quisieron hacerles ese honor, como a Laín Entralgo, que ya venía avisando de su longevidad y a quien el criterio de los jurados le privó de la gloria de un premio que tenía más que merecido; o a Lázaro Carreter, un trabajador incansable en favor de la lengua, que se vio preterido por vete a saber qué sinrazones de peso. Caso diferente fue el de García Márquez, que manifestó publicamente su deseo de renunciar a cualquier otro premio literario, una vez obtenido el Nobel, y a quien por tanto es casi seguro que nunca le darán el premio Cervantes.
Y como era de temer, poco a poco fueron apareciendo nombres de tercera fila, autores que han de pasar sin pena ni gloria por el universo de las letras, mientras que seguían quedando fuera bastantes pesos pesados de nuestra literatura: Así, entraban en ese reducido parnaso Onetti, García Nieto, Jorge Edwards, Umbral, Jiménez Lozano, Gonzalo Rojas, etc. y seguía negándoseles la entrada a verdaderos autores ilustres. Esto llevaba trazas de convertirse en otro Nobel, como desgraciadamente así parece venir sucediendo.
Luego está la famosa ley no escrita de la alternancia entre continentes. Como el año anterior hubo galardonado español (Antonio Gamoneda), ahora tocaba ganador americano. Pero ojo: esa 'ley' se ha alterado cuando ha convenido. Así en los años 80-81 y 89-90 hubo ganadores americanos, mientras que en las ediciones de 1982-83 y 1985-86 ganadores españoles.
Y este año, como digo, Juan Gelman. Uno de tantos, un nombre más que ha estado de actualidad durante unos meses y que le supondrá que muchos le descubran/descubramos y de inmediato le olvidemos, mientras siguen esperando su oportunidad autores tan insignes y significativos como Fernando Arrabal, Mario Benedetti, Francisco Nieva, Ana Mª Matute, Antonio Gala, Alfonso Sastre, Ernesto Cardenal, etc.
Y el año próximo... otra decepción.
© Juan Ballester
No hay comentarios:
Publicar un comentario