¡Qué hermosa creación del lenguaje, esas palabras tan llenas de burbujas a las que alguien dio en llamar esdrújulos! ¡Qué hermosas expresiones de asombro!: córcholis, cáspita, cáscaras... ¡Qué sonoridad!: órdago, cínico, trágala... ¡Qué mundo por descubrir!: mágico, lúdico, cómico... ¡Qué profesiones y oficios tan interesantes!: médico, príncipe, célibe... ¡Qué poesía se desprende de sus sílabas!: lírico, álgido, áureo... ¡Qué misterio encierran esas voces!: retruécano, vírgula, ósmosis...
Llenemos nuestra vida de esdrújulos: tímpano, mísero, índico, incrédulo, sátiro... Los esdrújulos dan categoría, dan empaque y prestancia a nuestras afirmaciones: ínclito, prístino, categórico... Los animales esdrújulos parecen hechos de otra pasta: pelícano, ánade, búfalo... Lo más trivial se convierte, gracias a los esdrújulos, en algo trascendente: oxígeno, cavernícola, intrépido... Las declaraciones de amor se tornan más hermosas: amadísimo, cónyuge, ósculo... Hasta la comida sabe mejor: brócoli, nécoras, dátiles...
Aprovechemos la riqueza de nuestros esdrújulos, ese algo tan nuestro: ágape, cómplice, enigmático... Un esdrújulo es señal de cultura y refinamiento: sílfide, tópico, telúrico... Lo grosero se torna sutil: rústico, adúltero, espasmódico... En los discursos vienen bien para elevar el tono de las palabras: público, problemática, polémica... Los plurales esdrújulos nos colman de éxito: métodos, útiles, cálices... Los de raíz griega tienen elegancia y su poquito de misterio: oftalmólogo, quirúrgico, sinécdoque... Otros resuenan en los oídos como música: óboe, pífano, órgano... Los términos jurídicos son contundentes: sinalagmático, anticrético, crédito... Los matemáticos, nos remiten a mundos lejanos: álgebra, pitagórico, logarítmico... La ciencia ha necesitado de ellos en muchas ocasiones: catástrofe, específico, antihistamínico... Hasta en el deporte el lenguaje está salpicado de esdrújulos: árbitro, púgiles, esférico... No se privan de ellos ni los niños: exámenes, párvulo, títere... Los tipos más repugnantes suelen ser descritos mediante el empleo de esdrújulos: pérfido, vándalo, psicópata... También los que reúnen un cúmulo de virtudes: angélico, cándido, pacífico...
Hay topónimos hermosos formados con esta clase de palabras: Socuéllamos, Tárrega, Sabiñánigo... y deliciosos improperios: estólido, antipático, pánfilo... Hasta los nombres de persona nos llenan la boca cuando van acentuadas de esta forma: Álvaro, Onésimo, Escolástica...
En fin, rindamos culto a los esdrújulos. Sin ese ápice de color los pájaros serían simples aves, los óleos simples trozos de tela, la música una simple sucesión de notas, y los árboles unas masas verdosas sin gracia.
© Juan Ballester
miércoles, 27 de agosto de 2008
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buscaba nombres esdrújulos en internet por parecerme de mayor carácter, pero encontré mucho más, excelente publicación :)
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