Es un retrato de la vida que rodea a las estrellas de cine y al ambiente de Hollywood, en el que hay por medio un caso de chantaje que termina trágicamente.

Es una pieza que, por sus características escénicas, permite ser rodada en forma de largometraje (aunque curiosamente nunca se ha llevado al cine), y que, a pesar de que retrata una época concreta -los años treinta- sigue manteniendo su vigencia en cuanto al modo y la filosofía de la vida que transmite. Por cierto, que no falta una denuncia hacia aquellos que desprecian o hacen burla de los que padecen alguna tara física: el negro al que todos tratan como un fardo, la chica coja cuyo defecto físico le hace perder todo el atractivo, el hombre bajito al que todos parecen restregarle su escasa estatura; y no desperdicia la ocasión de mostrarnos las dos caras de la misma moneda: la del lujo y glamour, representado por Patricia, la madre de Annie Barrett, y la de la pobreza, a través de la madre de familia que se ve forzada a mendigar un trabajo como extra para mantener a sus hijos y a su esposo enfermo. Y cómo no, también se pone de manifiesto el ridículo de muchos tópicos relativos a España y a los españoles. Seguramente el final trágico de la obra, atípico en Jardiel, no gustase en su momento al gran público.
Por cierto, que la cantilena que se trae entre dientes uno de los personajes (Doggy) es un poema de Langston Hugues titulado I, too (Yo, también).
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