sábado, 15 de agosto de 2009
El poeta del mes - Vicente Huidobro
Vicente Huidobro (Santiago de Chile 10 de enero de 1893 - Cartagena, Chile, 2 de enero de 1948), era hijo de un matrimonio adinerado vinculado a la actividad política y bancaria. Cursó la enseñanza primaria con institutrices privadas y la secundaria en el Colegio de San Ignacio de la Compañía de Jesús. Y aunque fue crítico con la enseñanza jesuítica, tomó de ella una postura elitista ante la vida. La situación desahogada de su familia le permitió, además, realizar desde su juventud frecuentes viajes por Europa, que le valieron un profundo enriquecimiento cultural y una depuración de sus gustos estéticos.
Particularmente intenso desde el punto de vista de la la experiencia intelectual fue el período en que residió en París, a partir de 1916, trabando relación con muchos de los grandes artistas e intelectuales del momento: Picasso, Juan Gris, Max Jacob, etc., y colaborando en publicaciones culturales, junto a los más grandes de la poesía francesa: Guillaume Apollinaire, Pierre Réverdy, Tristan Tzara, André Breton, Louis Aragon, etc.
Durante su estancia en París establece su teoría poética que se denominará creacionismo, que puede resumirse en la búsqueda de la independencia del poema respecto de la realidad, en lugar de tratar de imitarla, de tal modo que el poeta se convierte en un creador, un demiurgo capaz de insuflar a su creación de un aliento vital tan poderoso que se podría comparar, incluso, con las creaciones de la propia Naturaleza. Una frase puede sintetizar esta idea: “¿Por qué cantáis la rosa, ¡oh poetas!? / Hacedla florecer en el poema”.
Elllo deriva en la necesidad de crear imágenes nuevas y un lenguaje poético capaz de romper con todos los niveles de la lengua y generar también su propia sintaxis; para ello se apoya en la yuxtaposición de frases, palabras o sonidos, característica ésta que será una de las constantes del Creacionismo.
Vicente Huidobro llegó a Madrid en 1918 y de inmediato lideró un grupo de poetas afines a su estética creacionista. Por aquel entonces ya había publicado seis poemarios editados en su país natal, uno en Buenos Aires y otro en París (Horizon Carré), pues el poeta escribía tanto en español como en francés, lo que en buena medida contribuyó a su éxito a nivel internacional.
En mayo de 1922, Huidobro presentó en París una exposición de trece poemas en forma de caligramas. En el catálogo de la exposición figuraba un retrato de poeta dibujado por Pablo Picasso y una crítica elogiosa de sus poemas escrita por Gerardo Diego.
Regresó por un largo período a Chile en 1925, iniciando una intensa actividad literaria y política, con la fundación de la revista La Reforma y sus numerosas colaboraciones en Andamios, Panorama y Ariel. En el terreno político fundó un diario, Acción, desde el que defendía sus ideas contrarias al militarismo. Candidato a presidente, fracasó estrepitosamente en los comicios de 1925, lo que le causó no poca amargura.
Alrededor de 1930 fue cuando dio los toques finales a sus dos obras cumbres, dos poemarios que, desde el momento mismo de su aparición estaban llamados a situarse en los puestos cimeros de la literatura universal. Se trata, por una parte, de Altazor o el viaje en paracaídas, un poema mayor en siete cantos que narra la caída del hombre y el encuentro con la mujer, con la poesía, y por otra, de Temblor de cielo, que constituyen en su conjunto la obra cumbre del Creacionismo y el mayor legado de Huidobro a la poesía.
Altazor plantea el drama del hombre moderno, al que califica de “animal metafísico cargado de congojas”. Altazor es de alguna forma el otro yo poético y humano de su autor.
Huidobro está considerado, sin duda alguna y en términos cronológicos, el primer gran poeta contemporáneo de la América Hispana, y su teoría poética, el creacionismo, es quizá el cuerpo de doctrinas estéticas más orgánico y coherente entre las denominadas escuelas de vanguardia en lengua española.
Entre su vasta obra poética destacan los siguientes títulos:
Ecos del alma, 1911.
Canciones en la noche, 1913.
La gruta del silencio 1913.
Las pagodas ocultas 1914.
Adán 1916.
El espejo de agua 1916.
Horizon carré 1917.
Tour Eiffel 1918.
Hallali poème de guerre 1918.
Ecuatorial 1918.
Poemas árticos 1918.
Saisons choisies 1921.
Automne régulier 1925.
Tout à coup 1925.
Temblor de cielo 1931
Altazor o el viaje en paracaídas 1931.
Ver y palpar 1939.
El ciudadano del olvido 1941.
Cultivó también la prosa, siendo de destacar dos novelas de cierta relevancia: Mío Cid Campeador, y Sátiro o el poder de las palabras.
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