viernes, 2 de abril de 2010

La soledad del viajero

Anduve por las calles huérfanas de vida
con mi voz y mis pasos y mis zapatos sucios,
anduve por las calles de la ciudad sin nombre
pero no estaba solo.

Caminé por los barrios del polvo y el olvido
con mi barba y mi pipa y un libro de versos,
caminé por los barrios poblados de silencio
pero no estaba solo.

Recorrí las aceras oscuras y encharcadas
con mi viejo paraguas y mis años a cuestas,
recorrí las aceras que no me conocían
pero no estaba solo.

Me perdí entre los parques donde habita la dicha
con mi jardín intacto y mi boca sin besos,
me perdí entre los parques de los enamorados
y allí sí estaba solo.

© Juan Ballester

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