miércoles, 23 de septiembre de 2009

Poemas de Blas de Otero

LUEGO

Cuando te vi, oh cuerpo en flor desnudo.
creí ya verle a Dios en carne viva.
No sé qué luz, de dentro, de quién, iba
naciendo, iba envolviendo tu desnudo

amoroso, oh aire, oh mar desnudo.
Una brisa vibrante, fugitiva,
ibas fluyendo, un agua compasiva,
tierna, tomada entre un frondor desnudo.

Te veía, sentía y te bebía,
solo, sediento, con palpar de ciego,
hambriento, sí, ¿de quién?, de Dios sería.

Hambre mortal de Dios, hambriento hasta
la saciedad, bebiendo sed, y, luego,
sintiendo, ¡por qué, oh Dios!, que eso no basta.

(de "Ángel fieramente humano", 1950)


ES INÚTIL

Con hambre quedará si en esto queda...
Juan Boscán


Cada beso que doy, como un zarpazo
en el vacío, es carne olfateada
de Dios, hambre de dios, sed abrasada
en la trenzada hoguera de un abrazo.

Me pego a ti, me tiendo en tu regazo
como un náufrago atroz que gime y nada,
trago trozos de mar y agua rosada:
senos las olas son, suave el bandazo.

Se te quiebran los ojos y la vida.
Lloras sangre de Dios por una herida
que hace nacer, para el amor, la muerte.

¡Y es inútil pensar que nos unimos!
¡Es locura creer que pueda verte,
oh dios, abriendo, entre la sombra, limos!

(de "Redoble de conciencia", 1951)


CUERPO DE LA MUJER

...Tántalo en fugitiva fuente de oro
Quevedo

Cuerpo de la mujer, río de oro
donde, hundidos los brazos, recibimos
un relámpago azul, unos racimos
de luz rasgada en un frondor de oro.

Cuerpo de la mujer o mar de oro
donde, amando las manos, no sabemos,
si los senos son olas, si son remos
los brazos, si son alas solas de oro...

Cuerpo de la mujer, fuente de llanto
donde, después de tanta luz, de tanto
tacto sutil, de Tántalo es la pena.

Suena la soledad de Dios. Sentimos
la soledad de dos. Y una cadena
que no suena, ancla en Dios almas y limos.

(de "Ángel fieramente humano", 1950)


FANTASÍA (AMOR)

Amor, amada, amor, la Primavera
del alma espera ya tus dulces luces;
y un nuevo amor, Amor, y nuevas cruces
de Mayo, entre el temblor de la pradera.

¡Cumbre de la delicia verdadera!
¡Afán de tu camino inabordable!
Por ti, mi amada, amor, la Primavera,
por ti, la luz del mar inagotable.

Sólo por ti el arroyo cristalino,
sólo la sola claridad del día:
sobre el pañuelo azul de tu alegría

el viento y la canción de mi camino.
(... Y el alma -dentro de la copa el vino-,
durmiendo en esta loca fantasía).

Blas de Otero, 1937


POR CARIDAD

Laura,
paloma amedrentada,
hija del campo, qué existencia ésta,
dices, con el hijo a cuestas
desde tus veinte años,
tres años en la Maternidad
fregando los suelos,
por caridad
(por caridad, te dejan fregar el suelo),
ahora en la calle
y entre mis brazos,
Laura,
te amo directamente,
no
por caridad,
estás cansada
de todo,
de sufrir frío,
de tu pequeño acordeón
entre las piernas,
del desamor,
pero no olvides
(nunca),
yo te amo directamente,
y no
por caridad.

(de "En castellano", 1959)


PENÚLTIMA PALABRA

Dentro de poco morir.
El zafarrancho de mi vida
toca a su fin. El alma está partida,
y el cuerpo a punto de partir. Lo sé.

Amé la vida, sin embargo.
Bien sabes tú que la amé mucho.
Aunque me expulsen de la vida, lucho
aún. Ancho el amor y el dolor largo.

Veo los ríos, me conmueven.
Contemplo un árbol, quedo absorto.
El mar inmenso me parece corto
de luces frente a muertos que se mueven.

He caminado junto al hombre.
Participé sus arduas luchas.
Muchos han sido los fracasos; muchas
más las conquistas que no tienen nombre.

Dentro de poco moriré.
Aquí está todo mi equipaje.
Cuatro libros, dos lápices, un traje
y un ayer hecho polvo que aventé.

Esto fue todo. No me quejo.
Sé que he vivido intensamente.
(Demasiado intensamente). Enfrente
está el futuro: es todo lo que os dejo.

(de "Hojas de Madrid con La Galerna", 1968-79)


ÍMPETU

Mas no todo ha de ser ruina y vacío.
No todo desescombro ni deshielo.
Encima de este hombro llevo el cielo,
y encima de este otro, un ancho río

de entusiasmo. Y, en medio, el cuerpo mío,
árbol de luz gritando desde el suelo.
Y, entre raíz mortal, fronda de anhelo,
mi corazón en pie, rayo sombrío.

Sólo el ansia me vence. Pero avanzo
sin dudar, sobre abismos infinitos,
con la mano tendida: si no alcanzo

con la mano, ¡ya alcanzaré con gritos!
y sigo, siempre, en pie, y así, me lanzo
al mar, desde una fronda de apetitos.

(de "Ángel fieramente humano", 1950)


SOLILOQUIO

Un lápiz verde para decorar tus ojos
un lápiz verde para encender tu cintura
para dejar caer la frente en el estanque
olvidar tantos poemas tantas luchas tanto desasosiego
un lápiz verde para mi niño perdido
vela de mi cantábrico y llambria al atardecer
un lápiz fino y verde rapidez del rayo
hoy once de junio
solicito un cambio de gobierno y un lápiz verde.


(de "Hojas de Madrid con La Galerna", 1968-79)


UN RELÁMPAGO APENAS

Besas como si fueses a comerme.
Besas besos de mar, a dentelladas.
Las manos en mis sienes y abismadas
nuestras miradas. Yo, sin lucha, inerme,

me declaro vencido, si vencerme
es ver en ti mis manos maniatadas.
Besas besos de Dios. A bocanadas
bebes mi vida. Sorbes. Sin dolerme,

tiras de mi raíz, subes mi muerte
a flor de labio. Y luego, mimadora,
la brisas y la rozas con tu beso.

Oh Dios, oh Dios, oh Dios, si para verte
bastara un beso, un beso que se llora
después, porque, ¡oh, por qué!, no basta eso.

(de "Ángel fieramente humano", 1950)


HOMBRE

Luchando, cuerpo a cuerpo, con la muerte,
al borde del abismo, estoy clamando
a Dios. Y su silencio, retumbando,
ahoga mi voz en el vacío inerte.

¡Oh Dios! Si he de morir, quiero tenerte
despierto. Y, noche a noche, no sé cuándo,
oirás mi voz. ¡Oh Dios! Estoy hablando
solo. Arañando sombras para verte.

Alzo la mano, y tú me la cercenas.
Abro los ojos: me los sajas vivos.
Sed tengo, y sal se vuelven tus arenas.

Esto es ser hombre; horror a manos llenas.
Ser -y no ser- eternos, fugitivos.
¡Ángel con grandes alas de cadenas!

Blas de Otero


ENTONCES Y ADEMÁS

Cuando el llanto, partido en dos mitades,
cuelga, sombríamente, de las manos,
y el viento, vengador, viene y va, estira
el corazón, ensancha el desamparo.

Cuando el llanto, tendido como un llanto
silencioso, se arrastra por las calles
solitarias, se enreda entre los pies,
y luego suavemente se deshace.

Cuando morir es ir donde no hay nadie,
nadie, nadie; caer, no llegar nunca,
nunca, nunca; morirse y no poder
hablar, gritar, hacer la gran pregunta.

Cuando besar una mujer desnuda
sabe a ceniza, a bajamar, a broza,
y el abrazo final es esa franja
sucia que deja, en bajamar, la ola.

Entonces, y también cuando se toca
las dos manos el vacío, el hueco,
y no hay donde apoyarse, no hay columnas
que no sean de sombra y de silencio.

Entonces, y además cuando da miedo
ser hombre, y estar solo es estar solo,
nada más que estar solo, sorprenderse
de ser hombre, ajenarse: ahogarse sólo.

Blas de Otero


VI QUE ESTABAS...

Volví la frente: Estabas. Estuviste
esperándome siempre.
Detrás de una palabra
maravillosa, siempre.

Abres y cierras, suave, el cielo.
Como esperándote, amanece.
Cedes la luz, mueves la brisa
de los atardeceres.

Volví a la vida; vi que estabas
tejiendo, destejiendo siempre.
Silenciosa, tejiendo
(tarde es, amor, ya tarde y peligroso.)
y destejiendo nieve...

Blas de Otero

No hay comentarios:

Publicar un comentario